Por: Internacional Progresista
La paz duradera sólo puede lograrse mediante un marco de seguridad común que no permita la dominación de un país sobre otro o de un bloque sobre otro, sino que permita la desmilitarización del planeta, la lucha contra su pobreza y la puesta en común de recursos para garantizar la justicia social y ambiental.
Entre el 28 y el 30 de junio, los estados miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se reunieron en España en el contexto de la guerra en curso en Ucrania. Sin embargo, en lugar de buscar la supervivencia colectiva la OTAN presentó una peligrosa visión de un mundo polarizado que reafirma su papel de policía mundial.
En la actualidad, la OTAN arma y entrena fuerzas en Marruecos, manteniendo no sólo su violenta ocupación del Sáhara Occidental, sino también asegurando su papel como eje de la seguridad fronteriza europea. El 25 de junio de 2022, las fuerzas de seguridad marroquíes masacraron a decenas de refugiadxs cuando intentaban entrar en el enclave español de Melilla. Bajo la supervisión de la OTAN, las fronteras externalizadas de Europa se han convertido en armas contra quienes buscan refugio.
La expansión de la OTAN también ha proporcionado un manto de impunidad para el estado miembro de Turquía. Con el generoso apoyo político y material de los Estados Unidos y otros países de la OTAN, el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan ha violado repetidamente el derecho internacional en su ataque contra el pueblo kurdo. Ahora, Turquía está lanzando nuevas ofensivas militares en sus fronteras, con el silencio o la aprobación tácita de sus socios de la OTAN.
Los Estados miembros se reunieron esta semana bajo los supuestos de responder a la violenta escalada de la guerra en Ucrania por parte de Rusia. Pero sus ambiciones van más allá de la defensa regional. En la Cumbre de Madrid nombró a China como una amenaza a largo plazo y prometió profundizar en la cooperación con países como Australia, Japón, Nueva Zelanda y la República de Corea, este último presente en la Cumbre de la OTAN por primera vez en la historia, lo que señala claramente un giro de la alianza militar del Atlántico al Pacífico. La visión de la "OTAN global", articulada por primera vez en 2006, se está convirtiendo rápidamente en una oscura realidad para miles de millones de personas para quienes los costos de la guerra están tallados en los imperativos de la supervivencia.
Las políticas de la OTAN no sólo tienen consecuencias devastadoras para quienes mutilan o matan. También agravan las crisis climática, de la salud y del hambre. Por primera vez en la historia, el mundo gastó más de 2 billones de dólares en armas en 2021, de los cuales el 40 por ciento correspondió a los Estados Unidos. Sólo en Europa, la OTAN se ha comprometido a multiplicar casi por ocho su fuerza de respuesta rápida, hasta alcanzar lxs 300.000 soldadxs.
Mientras tanto, el mundo se tambalea al borde de la hambruna, e incluso lxs ciudadanxs de Europa y EE.UU. se enfrentan a un invierno de hambre a medida que la escalada militar y económica se cobra su precio. Las armas de guerra no pueden llenar estómagos vacíos; no pueden calentar hogares; no pueden reparar un planeta moribundo; y no pueden acabar con las pandemias.
La paz duradera sólo puede lograrse mediante un marco de seguridad común que no permita la dominación de un país sobre otro o de un bloque sobre otro, sino que permita la desmilitarización del planeta, la lucha contra su pobreza y la puesta en común de recursos para garantizar la justicia social y ambiental. Al oponerse a estas prioridades existenciales, la OTAN demuestra su preferencia por la dominación sobre el imperativo de nuestra supervivencia.
En solidaridad,
El Secretariado de la Internacional Progresista