Mal sistémico, COVID19 y lucha social.

Observatorio K.

Por: Alfonso Insuasty Rodríguez*

La crisis COVID19 devela sin duda alguna la realidad de este sistema mundo enfermo, tóxico, esa irracional lógica de vida y relación que ha logrado penetrar hasta los tuétanos de los individuos, grupos sociales y Estados, al punto de naturalizar la exclusión, la desigualdad y la muerte. Ésta crisis además, no exige repensarnos para potenciar las luchas sociales desde abajo, para disputar poder real y gestar-potenciar otras formas de relación basadas en el cuidado.

 

 

covid america latina

El corazón palpitante de éste sistema, radica en mantener por un lado, la máquina imparable del crecimiento en escala ascendente: +producción/+consumo, donde el valor de uso es un medio subordinado al valor de cambio-rentabilidad, para tales fines, se construyen por otro lado, sujetos plegados a un consumismo irracional, de artefactos inútiles, quienes gracias al buen trabajo de psicología de masas de los medios, redes, etc., logran compensar soledades y el sin sentido existencial con un ejercicio ansioso de consumo, al que se le carga simbólicamente como camino efímero hacia un fantasmal prestigio social, saborear un ficcionado estatus, una inexistente libertad e inyectarse etéreos sentimiento de éxito, todas, construcciones psicológicas plegadas a mantener el consumo en crecimiento.

Ahora, a éste escenario se le suma un proceso de financiarización de la vida, que se ha acentuado en las últimas décadas con gran éxito, desde allí se generan necesidades/soluciones y a través de dichas soluciones se apalanca el crédito y así, no sólo se atrapa la voluntad y autonomía de los Estados y sociedades, sino que también se captura la libertad de los individuos. La dinámica se cierra: +producción/+consumo/+empréstitos.

Hoy, sabemos, es el capitalismo financiero global quien ordena las dinámicas del capitalismo industrial, ambos culpables de la peor crisis la ambiental, la destrucción de la casa común, ambos son avasalladores, pero el que ha tomado el timón hoy, indudablemente es el financiero y especulativo.

Este capitalismo financiero genera un orden funcional, impactando y definiendo la vida de los individuos, de las sociedades y de los Estados; es un sistema hegemónico y dominante que durante años ha sobre-usado y sobreexplotado la naturaleza, los cuerpos y psiquis humanas.

Como consecuencia ha destruido o contaminando todo a su paso, agua, aire, alimentos, relaciones, cuerpos, espíritu, disminuyendo paulatinamente toda expresión de la vida e incluso pauperizando el sentido profundo de la existencia; todo lo ha puesto en el mismo cuarto de la necesidad de una mayor producción/consumo/deuda.

Es un sistema en sí mismo, enfermo, toxico que ha logrado penetrar hasta los tuétanos de los individuos, grupos sociales y Estados, al punto de naturalizar una forma irracional de relación.

Este Capitalismo financiero-especulativo, también logró maximizar la acumulación de riqueza e hiper-concentrarla, al punto extremo e irracional de registrar un 88% de dicha riqueza global en manos de un 1% de la población (ONU, 2020), así las cosas, el 90% de la población tendrá que “competir” entre sí, para hacerse al 12% de la riqueza restante, un mundo salvaje, individualista.

De esto es consciente este sistema, así que, para contener a ese 90% de la población, entre otras, se hizo necesario:

Por un lado, generar políticas de Estado proclives al uso excesivo de la fuerza. Más inversión en fuerzas militares (Europapress, 2019), crear escuadrones capacitados y letales, legales e ilegales, una justicia basada en la criminalización de la protesta y de la pobreza (CELS, 2016) todo, para mantener ese orden instaurado.

Por otro lado, se hizo necesario generar todo un meta-relato justificatorio del estado de cosas, argumentos de orden discursivo y emocional que soporten un sistema abiertamente injusto, pero que fuese asimilado fácilmente por la mayoría, para (mal-)comprender por qué sucede lo que nos ocurre y así facilitar su implementación gracias a un soporte narrativo justificatorio.

Se dio origen así, a todo un entramado discursivo a modo de proyecto de vida individual y social, vendido bajo la pedagogía coaching, maximizando el individualismo, la competencia, la riqueza material, el éxito, el progreso, como valores máximos. A su vez, transfiere la responsabilidad de ese mal social-ambiental, de todo un sistema injusto, al individuo, pues todos podemos ser ricos, disfrutar de las bondades de la élite, pero no será para los perezosos, indisciplinados, faltos de objetivos, esa población que no se esfuerza, no alcanzará este estado superior. Así, se vende un relato devenido de un discurso religioso, muy útil para el mercado y que se hizo cotidiano.

En este tipo de relatos también existen dioses y santos, los empresarios super-ricos se asumen como esas nuevas deidades de la sociedad y se crean pequeños sueños encarnados, una suerte de malas réplicas de esos super-ricos, sujetos que, tomados de la clase popular, las corporaciones poderosas cazan y prefabrican como exitosos, ejemplos para toda una sociedad sobre todo joven pero empobrecida, son al mismo tiempo, motores de consumo y fuente de diversión, son los perfectos distractores que afianzan la idea ilusoria del éxito. Deportistas, artistas, estrellas sociales, ídolos extraídos de sectores populares, clase media, como nuevos Santos sociales.

Estos dos dispositivos, entre otros, permiten en gran medida, controlar a ese 90%, evitando sociedades y personas capaces de ver más allá, entender críticamente que lo que debe transformarse es el sistema mundo.

En ese amplio grupo poblacional, ese 90%, está el poder para lograr cambios estructurales, pero para ello, se hace necesario fortalecer procesos de formación, que propicien la liberación de cuerpos, mentes y espíritus atrapados.

Este mecanismo de control, ortodoxo, conservador, se impuso vía medios de comunicación, la religión, e incluso gracias a un sistema educativo atrapado, así, desde la básica primaria, secundaria y hasta el mundo Universitario, se gestó una masa con baja capacidad crítica, que hicieron de este sistema de injustica, paisaje, sentido común.

Vale aclarar que todos, seamos empleados, desempleados, informales, todos empobrecidos, estamos incluidos en este sistema como consumidores/deudores. Este cerrado sistema, excluyente de por sí, fue generando otros grupos sociales que viven por debajo de la línea de pobreza, es decir, en la miseria, habitantes de calle, migrantes que son incluidos vía subsidios o mínimos programas asistencialistas, otros grupos serán los no incluidos, indígenas, afro, campesinos que tienen otras formas de intercambio y organización sustentadas en otras cosmovisiones, otras formas de estar, de relacionarse distintas a la forma imperante y hegemónica.

Se avizoraban ya, la crisis.

Este sector poderoso financiero global voraz, había ya, empezado a flaquear, su ecuación +producción/+consumo/+deuda no funcionaba y se anunciaba ya, una gran recesión.

Venía cayendo la producción global, la precarización golpeo a la baja el consumo, las deudas empezaron a no pagarse y el capital hiper-acumulado, se fue haciendo ocioso e improductivo.

Ante esta realidad, el sector capitalista financiero (ese 1%), ya venían implementando nuevos y más radicales, a través del FMI, el BM trazaron “AJUSTES ESTRUCTURALES” medidas desesperadas impuestas a los Estados, en procura de reactivar el aparto económico global moribundo, exigiendo a cambio de más empréstitos internacionales, facilitar las condiciones, leyes, instituciones para que las corporaciones entraran a territorios con gran carga de materias primas, maximizando la ganancia, evadiendo pasivos ambientales, haciéndose a recursos a bajo costo, así mismo transformar las políticas laborales para ganar mayor flexibilización, menores salarios, menos derechos, impactar las políticas fiscales, mayor captura de recursos protegidos como pensiones, ampliar las privatización de sectores estratégicos como la salud y las pensiones, favoreciendo fondos de inversión, facilitar leyes que permitieran mayor deuda pública, privatizar asuntos vitales y necesarios como el acceso al agua potable, la producción-abastecimiento y distribución de alimentos, para lo cual fue necesaria toda una política de acaparamiento de tierras, etc.

Para logra lo anterior, era necesario vencer todos los obstáculos legales, institucionales, sociales, políticos posibles, pues se requería alcanzar todos estos objetivos a corto plazo.

Todo se fue tornando insustentable.

Así, esta forma de capitalismo más elaborado, que incluso sacrifica a capitalistas menos poderosos y locales, generó un sentimiento de “sin-futuro” en las nuevas generaciones. Dejar morir por sobre-explotación, baja seguridad laboral, baja o nulo acceso a servicios de salud con calidad, el aumento de enfermedades por la contaminación ambiental, del aire, por una alimentación y hábitos de vida enfermizos, comunidades desarticuladas, tejido social debilitados, una constante pérdida del tejido comunitarios autónomos, con baja capacidad de respuesta, plegados a los subsidios de los estados como formas transitorias de captura de la voluntad. Todo un sistema de muerte.

Así mismo, se arrasó con la riqueza local, su producción, su agricultura, su infraestructura y logística para autoabastecerse, sumada la violencia y el despojo, les hizo dependientes de un sistema mundo que no les resuelve nada estructural y solo les tira migajas.

Pero, este fenómeno global, empezó a generar respuestas sociales desde abajo, revoluciones, protestas, manifestaciones por todas partes.

Se generó así un golpe social profundo que derivó en una mayor inconformidad, molestia social, violencia, entre otras reacciones que exigieron redoblar la presencia militar y la inyección de pensamientos ultra-conservadores como macro-relato que facilitara la llegada de la extrema derecha a los gobiernos de muchos países. El aceite eficaz de este relato, fue el miedo global instaurado.

Las revueltas en Chile avizoraban un colapso de este mal sistémico, miles de manifestaciones por todo el planeta, protestas, marchas.
Y fue en medio de esta crisis y este paulatino levantamiento social que llegó el Covid19.

Una pandemia, que, por un lado, paralizó en esencia las ciudades, centros del capital. Así mismo, paralizó toda movilización social.
Por otro lado, evidenció sin lugar a ninguna duda, este mal sistémico, una estructura social capitalista de muerte, el daño profundo que se gestó durante tantos años de neoliberalismo, se hace mucho más evidente esa responsabilidad de los Estados, corporaciones, gobernantes, sector financiero, muchos años de decisiones mezquinas que estallaron en la cara de toda la humanidad.

Esta crisis nos hizo ver al espejo, nos deja profundas reflexiones de sentido sobre lo que somos, el lugar que ocupamos, la responsabilidad que nos cabe en dejar instalar este mal estructural.

Convid19 nos hizo vernos como sociedades, como humanos y nos lanzó las preguntas:

¿Dejaremos que todo siga igual? ¿gestaremos cambios radicales? ¿construiremos otras formas sociales? ¿disputaremos el poder para el bien común?

Se repensarán, reorganizarán, pero lo cierto es que, con más fuerza, sentido y capacidad, regresarán las múltiples protestas sociales, a las calles retornará esa lucha por cambios, por justicia y al mismo tiempo, la construcción de redes sociales que irán dando ruta para que vaya naciendo otros sistemas sociales posibles, la potencia de lo posible se hará más y más necesaria y evidente.

* Docente investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, integrante de la Red Interuniversitaria por la Paz REDIPAZ, y el grupo Autónomo Kavilando.

Referencias.

CELS. (2016). Los estados latinoamericanos frente a la protesta social. Obtenido de Centro de Estudios Legales y Sociales - CELS: https://www.cels.org.ar/protestasocial_AL/

Europapress. (29 de abril de 2019). El gasto militar mundial crece en 2018 hasta los 1,8 billones de dólares, con EEUU y China a la cabeza. Obtenido de Europapress: https://www.europapress.es/internacional/noticia-gasto-militar-mundial-crece-2018-18-billones-dolares-eeuu-china-cabeza-20190429142627.html

Insuasty Rodríguez, A. (2015). Contextos y transformaciones. Revista Kavilando, 7(2), 113-115. Recuperado a partir de https://www.kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/42

Insuasty Rodriguez, A. (2020). Un mundo desigual. El Ágora USB20(1), 12-16. https://doi.org/10.21500/16578031.4641

ONU. (21 de enero de 2020). La desigualdad impide el avance social y exacerba las divisiones sociales, pero no es inevitable. Obtenido de ONU: https://news.un.org/es/story/2020/01/1468241

 

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