Por: Revista Insurrección
La guerra actual que sobrepasa los 60 años, es continuación de un proceso de acumulación de insatisfacciones, exclusiones, represiones e injusticias sociales, y se inicia con traición a la primera independencia y el apoderamiento del poder de los representantes de intereses económicos heredados de la colonia, semillero de la oligarquía de hoy.
Coge fuerza la idea que este conflicto termine. Cada vez las voces que reclaman y apoyan la solución política al conflicto interno colombiano son más numerosas a nivel nacional y desde distintos sectores sociales, como también internacionalmente. Los interesados en prolongar la guerra con los grandes beneficios políticos y económicos que les proporciona ésta, vienen perdiendo piso.
La guerrilla colombiana junto con la mayoría nacional queremos la paz y que sea real, estable y duradera, que facilite un modelo alternativo de vida, el bienestar colectivo, que rescate la democracia participativa, la soberanía y dignidad nacional; que proporcione garantías creíbles de seguridad y cumplimiento.
Sobre este propósito y condiciones no debe quedar duda en nadie, así como la ruta que lleva a puerto seguro.
Para lograr la solución hay que partir de análisis realistas que clarifiquen cuáles son las causas del conflicto, como las insatisfacciones permanentes de estar viviendo la miseria, la privación de las necesidades básicas civiles y humana, las políticas públicas que impone una reducida élite dueña del poder que solo piensa en su beneficio, en contra del interés del país y las mayorías nacionales. Entender que esta situación es la que da origen al conflicto social, que es la que profundiza, enraíza, extiende lo mantiene vivo.
Hay que entender que el régimen político actual, de naturaleza oligárquica, es el responsable del conflicto interno y el que motiva la continuidad de resistencia y las protestas sociales como respuesta, así mismo el que obligó a que muchos nos levantáramos en armas, para luchar por los cambios que el país y el pueblo exigen, y la elite en el poder se niega a permitirlos.
Por lo tanto el conflicto interno colombiano tiene dos componentes y a éstos se le debe buscar solución. Uno es el conflicto social, en el cual participa el pueblo como víctima de las políticas públicas anti populares, de la dependencia y la violencia brutal impuesta por los gobiernos representantes de la oligarquía; y el otro es el conflicto armado, adelantado por sectores populares igualmente víctimas que, adoptaron esta vía como consecuencia de esas políticas y dentro del propósito de derrocar el régimen y el poder oligárquico, para establecer un nuevo orden social de carácter popular.
La paz es una tarea difícil y compleja que requiere de tiempo, de la voluntad y actitud política para cambiar basada en el conocimiento de la realidad histórica y los motivos que originaron y alimentan el conflicto y dando participación activa a quienes de una u otra manera están relacionados y afectados por el conflicto.
El ELN defiende la tesis de que la paz hay que construirla y ésta se logra si en dicha construcción participa no sólo la guerrilla en la condición de fuerza política activa y no rendida como es la pretensión de la oligarquía, representada por los gobiernos y las instituciones del Estado, sino también y de manera protagónica las víctimas de las políticas públicas y la violencia del Estado, es decir el pueblo participante en los movimientos sociales y políticos.
Es equivocado de cabo a rabo pretender lograr la paz, buscando resolver solamente el conflicto armado con las guerrillas, dejando de lado las causas que dieron origen a éstas e ignorar el otro componente del conflicto que son las organizaciones sociales representantes naturales de las comunidades y que igualmente vienen luchando por sus derechos y en contra del régimen político oligárquico desprestigiado y sus instituciones que han perdido legitimidad por corrompidas, faltonas y estar penetradas por distintas mafias, que aplican la “ley de la selva” para imponer y defender sus intereses mezquinos.
Si la oligarquía colombiana quiere la paz, tiene que asumir otra posición sobre el conflicto social y armado; entender que Colombia ya no cabe en las actuales instituciones, que el régimen político está desprestigiado y que el pueblo ya no está dispuesto a aceptar que una pequeña minoría, que dice representarlo, sea la que le defina y trace su destino.
Si de verdad en esta ocasión le apuesta a la paz, debe dar pasos realistas, creíbles y serios, que permitan encontrar la ruta sólida para avanzar en la salida política al conflicto, y permitiendo la participación de las organizaciones populares en dicha búsqueda, con su propia dinámica democrática, ya que la guerrilla y el gobierno no representan la totalidad de sus intereses.
Este problema no se resuelve con la realización de foros, donde académicos invitan a organizaciones sociales y recogen insumos, para la mesa del gobierno con la guerrilla.
El ELN que se debe al pueblo, está dispuesto a contribuir a la paz con toda responsabilidad, seriedad y en beneficio de todo el país, reiterando que no busca nada para sí como organización, sino para todo el pueblo del cual es parte.














