Por: Luis Carlos Guerrero Ortega
El emputamiento o levantamiento ciudadano acontecido en Barranquilla durante los días 7 y 8 de mayo, que culminó con la muerte de dos personas y decenas de heridos, por la agresión de la Fuerza pública, no obedece a la conducta vandálica de grupos sociales de desadaptados, como lo mostró el gobierno de la ciudad y los jefes de la policía a través de unos medios de comunicación. El levantamiento es un rechazo a la sordera y ceguera de la élite gobernante.
Otras opiniones han mostrado que el detonante de esta explosión ciudadana, fue la acumulación de muchas problemáticas en la prestación de los servicios públicos, que están monopolizados por empresas privadas extranjeras, una de ellas, la Electrificadora del Caribe S.A. (Electricaribe), propiedad de Gas Natural Fenosa de España.

En esos dos días los pobladores de Barranquilla, la cuarta ciudad más grande de Colombia, en especial los de las localidades del suroccidente, suroriente, vía Murillo, Luruaco, Soledad y muchos barrios más se movilizaron, marcharon y bloquearon la ciudad, reivindicando el derecho a los servicios públicos.
El levantamiento ciudadano tuvo sus raíces en la imposición, por parte de la Alcaldía del Plan de Ordenamiento Territorial, desconociendo el proceso de consulta popular que estaba en desarrollo por parte de las comunidades, movimientos sociales, intelectuales, académicos, ingenieros y urbanistas.
La segunda causa detonante fue la masiva, contundente y decidida movilización de este Primero de mayo, cuando las calles de Barranquilla albergaron más de 30 mil manifestantes de todos los colores y olores de pueblo. “Eche cuadro la vaina pinta bien, cipote de movilización, la gente se está emputando y quiere vivir mejor”, fue la profética frase dicha por un manifestante, que ese Día de los trabajadores, fue entrevistado por un medio de comunicación local.
Electricaribe en la picota pública
Importante es que la gente “ya no come callao”, como dicen en mi tierra. Y se han comenzado a posicionar opiniones que colocan en la picota pública a Electricaribe, señalándola como la responsable, porque con su comportamiento está produciendo inestabilidad social e institucional en Barranquilla. Llaman, los más conservadores, a que se haga una intervención en la empresa, para que asuman los costos y mejore la prestación del servicio, porque la imagen de la ciudad considerada como “la capital del TLC” se deteriora y está en juego.
Son tantos los abusos, el engaño, el irrespeto, el descontrol y la avaricia desmedida de esta empresa extranjera, que la situación tiende a volver a estallar, más temprano que tarde. Los continuos apagones de 48 y 72 horas afectan desde los grandes y medianos comerciantes hasta el que vende hielo, en las calurosas calles de la ciudad; sufre toda la población cuyos alimentos se descomponen, afectando el bolsillo tanto del ciudadano de a pie, como el de automóvil; pierden todos con el daño de refrigeradores, neveras y demás electrodomésticos. Esta fila interminable de afectados crece con las víctimas de los apagones, que ya se cuentan en decenas de muertos y heridos por electrocución. Las víctimas de Gas natural Fenosa han ido creciendo en una espiral de impunidad, porque solamente 2 de cada 10 reclamos de los usuarios son escuchados, sin que sean solucionados ni reparados los daños.
Electricaribe cambia continuamente los contadores sin ninguna razón, aduciendo modernización en el servicio de contabilidad de la energía, cuando en verdad la gente se ha dado cuenta, que estos cambios son un negocio para exprimirles el bolsillo a los usuarios. Las altas tarifas del servicio y su intermitencia, son otros elementos críticos cotidianos, que han dado nacimiento al Movimiento de indignados por la energía.
Es tanta la desidia que la Superintendencia de Servicios Públicos, que no toma correctivos, aún después del debate de control político realizado en septiembre del 2013, en la Comisión Quinta del Congreso, liderado por el Polo Democrático, donde se denunció que la empresa Electricaribe es la que peor suministra los servicios de electricidad en el país, que hace más de cuatro años no hace mantenimiento eficaz y seguro al sistema, y que efectúa operaciones poco seguras, como la de combinar cobre y aluminio en los trenzados de los cables que usa.
Dejar de sufrir las consecuencias de la privatización de servicios públicos
Desde los años 90, el régimen inició el ritual neoliberal de privatización de los servicios públicos en Colombia, con lo que profundizó la tragedia de la ciudadanía, por la mercantilización de las necesidades, que desemboca en toda suerte de tiranías y desmanes por parte de las empresas suministradoras. El emputamiento ciudadano de Barranquilla rechaza esta política fallida, el mal gobierno y todas las políticas que convierten lo público y colectivo, en un festín de los capitalistas.
El afán de lucro desmedido se expresa en una cultura anti sociedad, que nos ve como consumidores, objetos de explotación y que por tanto victimiza la ciudadanía; esta es la lógica que aplican las empresas dedicadas a la privatización de los bienes comunes.
Hay que seguir emputándonos, hay que seguir alzando la voz silenciada de la gente, esa ira colectiva que se anida en la vasta y profunda ciudadanía, que se va constituyendo en exigencia de sus derechos, para seguir impulsando la constitución de una ciudad más amable, soporte de la dignidad y la vida de sus habitantes. El derecho a la ciudad, como reivindicación de los derechos colectivos se está encarnando en el alma del pueblo de La Arenosa.
Es necesario seguir abriendo escenarios sociales, políticos y culturales desde el ser popular y desde el ser ciudadano, para reversar las privatizaciones de los servicios públicos, para echar atrás la desnacionalización de la economía y marchar hacia nuevas realidades que las superen. El camino es la lucha indignada, es el emputarse como acción y expresión del descontento social, para recuperar las empresas de servicios patrimonio de toda la sociedad y colocarlas al servicio del Buen Vivir.
Señores gobernantes, los vándalos son ustedes que con el atraco al bolsillo ciudadano y con el afán de explotación para acumular riquezas, están sembrando la indignación.













