Por Alejandra Jorba
En sus inicios, el Sucre, que será una moneda sin emisión física, una unidad de cuenta común, se utilizará para valorar los intercambios comerciales y financieros entre los países de la región y su valor dependerá de una canasta de monedas de cada uno de los países miembros del ALBA.
Los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y Ecuador firmaron, en abril, un acuerdo para crear el Sucre como una moneda única para registrar y compensar el comercio entre ellos. "Nació el Sucre, sistema único de compensación regional para el comercio”, expresó el presidente venezolano Hugo Chávez tras la firma del acuerdo en una cita del ALBA en Cumaná, en la costa oriental de Venezuela, donde nació el mariscal Antonio José de Sucre, héroe de la independencia que luchó junto al libertador Simón Bolívar, en cuyo honor fue bautizada la nueva moneda, según informaron desde El Nuevo Diario.
Esta iniciativa fue abordada por el presidente brasileño, Luiz Lula da Silva, que en diciembre de 2008 propuso la creación de una moneda única en América del Sur, según los proyectos que deben ser implementados por la recientemente creada Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). “Nosotros ahora estamos creando el Banco de América del Sur, vamos a caminar para que en el futuro tengamos un Banco Central único, para tener una moneda única”, manifestó Lula el año pasado en el programa Café con el Presidente.
Tal como publicó El Nuevo Diario, esta moneda será únicamente virtual en su primera etapa, para registrar y compensar el intercambio comercial entre estos países, de modo de terminar la dependencia del dólar. Se espera que entre en vigencia en 2010. El acuerdo fue suscrito por Chávez y los presidentes Raúl Castro, de Cuba; Manuel Zelaya, de Honduras; Daniel Ortega, de Nicaragua; Evo Morales, de Bolivia; y el canciller ecuatoriano Fander Falconi.
El ALBA se creó en 2004 por Cuba y Venezuela como proyecto integracionista, pretende la colaboración a nivel político, social y económico entre sus miembros como contrapartida al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que entonces impulsaban varios países latinoamericanos y Estados Unidos.
Los equipos técnico-económicos de Venezuela, Cuba, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Dominicana y Ecuador prepararon uno de los temas que sus Mandatarios abordaron en la Cumbre Presidencial del ALBA: la implementación del Sucre como moneda común. Esta zona contará con una unidad de cuenta común, transacciones homologadas y fondos de compensación para finalmente adoptar esta moneda.
“Todo proceso de integración económica y monetaria en determinado momento deberá armonizar las políticas económicas y monetarias de los Estados miembros con el fin de implantar una moneda única”, opinó el abogado y periodista René Alberto Langlois para El Nuevo Diario.
Es evidente que el reemplazo de monedas locales por una moneda internacional multiplica el comercio entre los países que la utilizan, facilita el acceso a los mercados financieros mundiales y favorece la integración de los Estados que la impulsan pero, es de advertir, que todas estas ventajas se logran en el caso de monedas internacionalmente aceptadas como el euro, el dólar o el yen.
“La creación de un banco central común, a cargo de quien estará la emisión de la moneda común, así como el establecimiento de la política monetaria común, viene a ser la última etapa de la integración monetaria”, agregó Langlois.
Las integraciones monetarias tienen condiciones y políticas básicas como son la total e irreversible convertibilidad de las monedas entre sí; la plena integración de los sistemas financieros; y la libre movilidad de personas, bienes, servicios y capitales.
“Tanto los países centroamericanos miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) como los Estados miembros del ALBA poseen monedas locales que no tienen circulación más allá de sus propios territorios, salvo El Salvador y Panamá que poseen sistemas dolarizados y, en casos de devaluaciones frente al dólar, los precios de los bienes suben proporcionalmente de tal manera que las devaluaciones conducen a las tan temidas inflaciones”, culminó el abogado en El Nuevo Diario.
Tal como plantea García Delgado en su libro “Estado-Nación y Globalización”, el capitalismo global configura una nueva polis de unidad territorial y poblacional más amplia y de carácter supranacional: el Estado-Región (los bloques). Esto no implica la desaparición del Estado-Nación, sino su integración en polis más amplias; las fronteras nacionales ya no logran contener los problemas que afectan a la sociedad, ya que muchos vienen de otros Estados, o de poderes que ahora comparten un escenario internacional.