Por: Autores
La construcción de paz en Colombia allanó un camino en los estudios de la psicología política. Antes de la experiencia de negociación que tuvo lugar en una lejana isla del Caribe, existía un país en el que los caminos del pensar ya habían dado pasos significativos hacia la interpretación de iniciativas de paz que se manifestaban en tiempos de la confrontación armada.
Los aprendizajes de los procesos de paz que en el país habían fracasado y la exigencia de múltiples sectores sociales que nunca dejaron de luchar por una solución política y negociada al conflicto armado se habían convertido en una bitácora para las ciencias humanas. En Colombia, una multitud de voces insistían en la búsqueda de la paz, pese a los aciagos años en los que la tragedia de la violencia no parecía tener fin.
La reflexión en torno a los procesos de construcción de la memoria y la justicia, el posicionamiento político de las voces de niñas, niños y jóvenes en contextos de guerra, las subjetividades emergentes en los escenarios de la confrontación armada que apelaban a otras maneras de vivir, el inagotable esfuerzo de los intelectuales por comprender las causas y las dinámicas del conflicto armado, así como las iniciativas no institucionales por agenciar la paz en los territorios que estaban en disputa, exigieron marcos analíticos y horizontes conceptuales a partir de los cuales fuera posible nombrar las experiencias que seguían surcando los caminos hacia la paz.
Quizás el reconocimiento de estos caminos, que fueron recorridos antes de la firma de los Acuerdos, sea el único anclaje posible para comprender la densidad y profundidad de la tarea que en este libro se despliega.
La construcción de paz en Colombia allanó un camino en los estudios de la psicología política. Antes de la experiencia de negociación que tuvo lugar en una lejana isla del Caribe, existía un país en el que los caminos del pensar ya habían dado pasos significativos hacia la interpretación de iniciativas de paz que se manifestaban en tiempos de la confrontación armada.
Las resonancias de estos trabajos de investigación, el eco de sus interpelaciones y la amplificación de las voces que se fueron tejiendo alrededor de las memorias, el sufrimiento, la justicia y los lenguajes de la esfera pública en clave de la psicología política nos permitieron reconocer los modos como distintos sujetos afectados por la violencia habían construido caminos posibles para afirmar su existencia individual y colectiva, en medio de los paisajes desgarrados por la guerra.
Es este el fondo desde el cual se puede leer la hermosa gesta de pensamiento que aquí se despliega. Demarcado el lugar de enunciación de la psicología política, este libro es una pieza escritural que amplía los horizontes de comprensión en torno a la paz.
Es polifónica una obra en la medida en que las voces que en ella resuenan posicionan una multiplicidad de subjetividades históricamente acalladas y silenciadas. Y es precisamente esto lo que acontece en este libro: las voces acalladas hablan.
Desde las memorias de quienes aún esperan a los desaparecidos hasta el cuerpo violentado de las mujeres en el marco del conflicto, este libro recupera sus experiencias y tematiza sus implicaciones al momento de pensar la paz. Se trata de giros, acometidas del pensamiento crítico, desplazamientos epistémicos, renovados caminos de la investigación en los cuales el lector finalmente encuentra un sentido y se hace a un lugar de enunciación para comprender el papel de la psicología política en la tarea que aún define la ruta de nuestras acciones: la construcción de una paz que por fin se torne acontecimiento.
Ahora bien, siendo amplias y diversas las contribuciones epistémicas, teóricas y metodológicas que la presente obra realiza al campo de la psicología política en el contexto colombiano, centraré mis comentarios en los aspectos que encuentro más sugerentes para quienes nos interesamos en comprender y agenciar las relaciones entre psicología y política en los tiempos que algunos denominan «posacuerdo o posconflicto», otros «posdescuerdo» y, finalmente, algunos más «el tiempo para la paz».
La psicología política surge en América Latina en los años ochenta, asociada a la recuperación de los sistemas democráticos en varios de sus países y gracias a las contribuciones de la psicología social, con mayor tradición. Los estudios desarrollados en el continente durante esta época estaban especialmente influenciados por los desarrollos de la psicología política norteamericana y, en algunos casos, por la europea, ambas centradas especialmente en el comportamiento político formal que se expresaba en asuntos como: el mercado político, las campañas electorales, el manejo de imagen y la personalidad de los gobernantes, entre otros.
Una de las definiciones más conocidas y acogidas que sobre psicología política se produjo en este tiempo es la planteada por Sabucedo (1996), quien afirmó que
la psicología política consiste en el estudio de las creencias, representaciones o sentido común que los ciudadanos tienen sobre la política y los comportamientos de estos que, por acción u omisión, traten de incidir o contribuyan al mantenimiento o cambio de un determinado orden socio-político (p. 22).
Sin embargo, Alvarado et al. (2012), en una crítica a esta mirada, sostenemos que, para el contexto latinoamericano, y específicamente para el colombiano, debe ampliarse tal concepción, ya que no es suficiente comprender los aspectos individuales de la política; es necesario, además, analizar el contexto en el que se hallan inmersos los individuos y grupos sociales. Además, mostramos que se requiere problematizar la concepción de ciudadanía intrínseca en la definición de Sabucedo, desde la cual la acción política se restringe al mundo institucionalizado y universal de la política, en el cual se pierde la polisemia del concepto y la performatividad que contiene.
Los diferentes capítulos del presente libro resaltan la necesidad de historizar, politizar y contextualizar los conceptos usados desde la psicología en sus diferentes ramas. En el marco de lo anterior, considero que uno de los aportes más relevantes de este texto tiene que ver con la posibilidad de seguir ampliando las márgenes epistémico-teóricas desde donde se ha comprendido la psicología política en el país.
Al respecto, y a efectos de no agotar al lector con un prólogo extenso, destaco solo cuatro de los elementos que me han parecido cruciales en cuanto a las posibilidades de ampliación epistémica que se desprenden de la obra. En primera instancia, resalto la perspectiva decolonial de la psicología, que aparece como un elemento que resuena en el conjunto de la obra, por la potencia de sus cuestionamientos a los regímenes epistémicos, teóricos, discursivos y prácticos, desde los que se ha disciplinado la comprensión de los asuntos políticos desde lo psicológico. En este sentido, la perspectiva decolonial muestra otra posibilidad para entender la psicología política como campo de conocimiento que reconoce las formas de poder cotidiano, institucional y geopolítico en las afectaciones concretas de la vida de la gente y sus territorios de existencia. La psicología política decolonial plantea la necesidad de descolonizar el saber y hacer de la psicología, a partir de la revisión de las condiciones epistémicas, culturales y políticas que producen y mantienen conocimientos y prácticas psicologizantes, para contribuir al mantenimiento de la dominación y subordinación de sujetos y comunidades.
Desde esta mirada decolonial, dos de las mayores contribuciones al campo de la psicología política tienen que ver con: a) la deshegemonización disciplinar de las tareas de comprensión y sanación emocional, relacional y social derivadas de las guerras, violencias, pérdidas y traumas, que históricamente, desde la lectura moderna, se han posicionado como objeto de saber de los psicólogos, dejando por fuera las formas de reparación y sanación propias de las comunidades y desde las cuales se interpela y reconstruye el relato del individualismo y universalismo, del cual es cómplice la psicología; b) revincular y reparar la ruptura epistémico-disciplinar y práctica que buena parte de los psicólogos han ejercido al intentar pensar sobre el ser-estar-hacer en el mundo, retirándose o separándose de él y descuidando y obviando las consecuencias de sus acciones sobre el mundo.
En segunda instancia, señalo del libro los aportes que aparecen desde la epistemología hermenéutica ontológica política o hermenéutica performativa, para pensar la psicología política como campo polifónico en construcción y con capacidad de transformación de la realidad. Esta propuesta epistémico-metodológica se puede ubicar dentro de las perspectivas denominadas «epistemologías del sur», al reconocerse una vocación contrahegemónica respecto a las maneras tradicionales de construir conocimiento. Según Alvarado et al. (2014), tres aspectos caracterizan esta perspectiva: la acción (retomada de Arendt), que potencia la experiencia política en el ámbito de lo público, para desde allí crear la novedad, lo inesperado, los mundos posibles; el lenguaje (desde la perspectiva de Heidegger), que se expresa en forma de narrativas, lo que permite comprender los «conceptos políticos como acontecimientos históricos»; la vida cotidiana, que permite reconocer cómo la transformación de la historia no se hace solo a nivel de grandes estructuras, sino que se realiza mediante gramáticas de la vida cotidiana, desde las cuales se construyen microhistorias que transforman las prácticas y los sentidos impuestos socialmente.
Por otra parte, el tercer aporte que resalto del libro es su posibilidad de ayudar en la ampliación de las categorías conceptuales, para nombrar y comprender los contextos, procesos, prácticas y retos actuales en materia de construcción de paz, reconciliación, reparación y democracia.
En el ámbito colombiano, Molina y Ribera (2012) señalan que los primeros estudios de la década del ochenta en temas de psicología política, en el contexto nacional, se refirieron a: participación política, ciudadanía, representaciones sociales de diversos objetos, fatalismo y violencia política.
De igual manera, estos autores muestran que entre 1990 y 2012 los trabajos de psicología política en Colombia abordaron especialmente asuntos asociados al conflicto armado, el desplazamiento forzado, la violencia política, el conflicto, el trauma social, la resistencia comunitaria, la democracia, la socialización política, la subjetividad política y la identidad política.
Todos estos estudios, sin duda, aportaron conceptos necesarios para configurar el campo y la práctica de la psicología política en el país. Sin embargo, actualmente, no todos ellos permiten captar las complejidades y matices, por ejemplo, de los procesos de socialización política, subjetivación política y acción política en los que participan los niños, niñas, jóvenes y mujeres; esto evidencia la necesidad de configurar nuevas categorías que acojan la voluntad, capacidad, acción y creación de los individuos y grupos. De esta forma, la presente obra señala algunas pistas conceptuales que nos permiten ampliar nuestra caja de herramientas. Algunas son:
a) Memoria política: este concepto no solo retoma y reafirma la importancia de la memoria en la superación del trauma individual y colectivo, y en la construcción de condiciones de convivencia pacífica, sino que, además, propone una visión diferente para abordar el problema de la memoria desde la psicología política, haciendo énfasis en la potencia, pasando de la memoria traumática como centro de la comprensión al reconocimiento de la memoria política que se consolida en el paso del afrontamiento individual a lo colectivo, mediado por el lenguaje y en aquello que emerge en las relaciones, interacciones y conversaciones con el otro.
Es novedoso como se aborda el tránsito de la memoria traumática a una memoria política, mostrando que esta última se construye cuando se rompe el silencio y el aislamiento individual, y posibilita una participación en espacios relacionales que permiten el reconocimiento y práctica de los derechos, el acceso a la verdad y a la justicia, o la participación en rituales simbólicos para la elaboración del sufrimiento o la puesta en marcha de acciones de apoyo mutuo; dichos escenarios movilizan conversaciones en las cuales se confrontan los pensamientos repetitivos y fijados al terror, la culpa y la tristeza, generando nuevas comprensiones y posibilidades, así como nuevas formas de vincularse con la memoria del familiar desaparecido.
b) Efectos psicológicos de los mecanismos de justicia transicional en Colombia: esta categoría invita a un giro interesante en los estudios de la psicología política en el país, al reconocer la necesidad de incluir las voces de los antes llamados «victimarios», ahora «responsables», para comprender de mejor manera el impacto psicológico que la aplicación formal de medidas de justicia transicional ha presentado, tanto en excombatientes de los ejércitos legales e ilegales como en las víctimas de su violencia. Esta mirada ayuda a visibilizar otras experiencias, cuerpos y voces que permiten narrar desde otras orillas las historias de la guerra y violencia; además, se logran nuevas comprensiones sobre los sentidos y prácticas acerca de la justicia fuera del ámbito de la aplicación de medidas transicionales, en víctimas y no víctimas del conflicto.
Finalmente, el cuarto aspecto que destaco como una de las contribuciones significativas del libro alude a lo que denomino el horizonte ético-político que señala para el campo de la psicología política en nuestros contextos. Las diferentes investigaciones hacen un llamado directo a los profesionales e investigadores que desde diversos campos trabajan con los individuos y grupos afectados directa e indirectamente por el conflicto armado y las diferentes formas de violencia.
Este libro señala una agenda ético-política en la que se muestra la urgente necesidad de fortalecer el posicionamiento de los profesionales respecto al tipo de relacionamientos que establecen con los participantes de los proyectos sociales o investigativos. Aparece un llamado reiterado por el trabajo desde el reconocimiento de saberes, prácticas y potenciales individuales y colectivas, por el despliegue de capacidades para el agenciamiento de otras formas de ser, sentir, estar, decir, comprender que sean efectivas en la vida cotidiana.
Se aboga por la no revictimización que enfatiza en las experiencias, memorias y narraciones de dolor, culpa y dependencia, ni tampoco por la mirada extractivista en términos de investigación o acción y acompañamiento social a comunidades y grupos considerados en riesgo o marginados. Una mirada en la que sus experiencias y narraciones son usadas como materia prima para fabricar o actualizar teorías que no contribuyen a cambiar las realidades a las que se refieren, no ayudan al despliegue de los potenciales humanos ni al agenciamiento para un mejor vivir de los participantes. Es decir, prácticas investigativas cuyos únicos y reales beneficiarios son los intelectuales que las realizan y comunican en sus discursos retóricos.
En consonancia con lo anterior, el libro invita a diversificar las formas de llevar a cabo la construcción de conocimiento, acudiendo a métodos de vocación crítica y con énfasis en la transformación. Métodos que, como la IAP, la microetnografía o la hermenéutica ontológica política, reconozcan la importancia del dialogo de saberes y de la colectivización de las comprensiones, a través de análisis colaborativos en los que los participantes no sean vistos como informantes, objetos pasivos a observar, o curar, ni como sujetos epistémicamente inferiores, sino como sujetos políticos, con capacidad de agencia, sujetos históricos, sujetos con cuerpo y emoción, sujetos en creación permanente.
Para concluir, retomo a Molina y Ribera (2012), quienes consideran tres retos del campo que aparecen claramente señalados en esta obra.
El primero consiste en pensar y atender conceptual y prácticamente las condiciones de transformación del conflicto político armado del país, con orientación deseablemente a que termine en un proceso de paz con justicia, verdad y reparación; situaciones para las que deben prepararse los psicólogos, para atender diferentes resultados y escenarios posibles. En segundo lugar, mantener activos y diversos los procesos de articulación con las comunidades académicas y movimientos sociales que reflexionan sobre los temas afines, la diversidad de métodos, la pluralidad conceptual y formas de acción colectiva en diferentes regiones del mundo y en diferentes contextos de producción de conocimiento. Finalmente, en tercer lugar, sostener y ampliar los procesos de formación teórica y ética de estudiantes en el campo de la psicología política, para que tengan la posibilidad de dilatar aún más los límites del área por su relación con el conocimiento en y para las ciencias sociales.
SARA VICTORIA ALVARADO SALGADO
Miembro Comisión de Sabios del Bicentenario, nodo ciencias sociales, desarrollo humano y equidad, Colombia.
Referencias bibliográficas
ALVARADO, S., GÓMEZ, A., OSPINA, M. Y OSPINA, H. (2014). La hermenéutica ontológica política o hermenéutica performativa: una propuesta epistémica y metodológica. Nómadas, (40), 206-219.
ALVARADO, S., GARCÍA, C. M. Y OSPINA-ALVARADO, M. C. (2012). La subjetividad política y la socialización política, desde las márgenes de la psicología política. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 10 (1), 235-256.
MOLINA, N. Y RIVERA, M. (2012). Psicología Política en Colombia, revisión de acontecimientos fundantes e históricos. Psicología Política, 12 (25), 427-441.
SABUCEDO, J. (1996). Psicología política. Madrid: Síntesis.
Título completo: Psicología política y procesos para la paz en Colombia.
Editores: Álvaro Díaz Gómez y Omar Alejandro Bravo.
Prologuista: Sara Victoria Alvarado Salgado.
Autores: Omar Alejandro Bravo, Patricia Botero Gómez, Carolina Gómez, Esmeralda Hincapié, Wilson López-López, Camilo Rincón-Unigarro, Mario Gutiérrez-Romero, Leonardo Rodríguez Cely, Idaly Barreto, Iván Felipe Medina-Arboleda, Laura Sofía Santamaría-Uribe, Nury Stella Medina-Mora, Tatiana Ladrón de Guevara-Sánchez, Álvaro Díaz Gómez, Claudia Tovar Guerra, Olga Lucia Obando S. y Vanessa Sánchez Mendoza.
Editoriales: Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI) y Universidad Icesi.
Año de edición: 2019 | ISBN: 978-958-5590-00-7